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Durante años, se ha convertido en un misterio cómo los mayas estaban tan metidos en la astronomía y construyeron todo en torno a ella. Desde sus edificios más importantes y sagrados como el Observatorio y la Pirámide de Kukulkán hasta el Calendario Maya y otros recursos. En este artículo, profundizamos un poco más en lo que significó la astronomía para la Civilización Maya y la razón por la que estaba en armonía con sus creaciones...
El asombroso conocimiento de la Civilización Maya fue la base de sus ofrendas de culto a sus dioses. Entre ellas, las estructuras que construían se caracterizaban principalmente por el misterio y la precisión. Todo tenía una intención y seguía un razonamiento matemático.
El misterio ha seguido a los arqueólogos en la curiosidad, lugares como Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, fueron estudiados para comparar sus ruinas para tratar de aprender más sobre esta forma de construir.
Como hemos dicho, muchos complejos de la cultura maya, que se usaban específicamente como ceremoniales, estaban influenciados por la astronomía y hechos para seguir un fenómeno específico.
Aunque, debemos reconocer que muchas evidencias fueron enterradas y robadas debido a la opresión española. Sin embargo, las primeras investigaciones formales realizadas sobre la Cultura Maya descubren que en la vida cotidiana, esta civilización estaba fuertemente sincronizada con los movimientos de las estrellas a través de la galaxia.
Según evidencias recientes, hace aproximadamente más de 2000 años, las comunidades mayas adoptaron conceptos matemáticos que vinculaban a los eventos y fenómenos celestes. Aprendieron que algunos de estos eventos eran consistentes y repetitivos, mientras que otros eran consistentes pero menos frecuentes. Estos patrones influyeron entonces en los rituales y en la vida personal y pública, que acabaron convirtiéndose en un sistema y una parte de su cultura.
Como resultado, los mayas desarrollaron el Calendario Maya, que es un calendario solar que cuenta un año entero y que utilizaron para establecer las temporadas de siembra y cosecha. Incluso localizaron la fecha cero, es decir, el principio de los tiempos. Lo llamaron "Calendario Mesoamericano de Cuenta Larga", que identifica un día contando el número de días transcurridos desde una fecha mítica de creación que corresponde al 11 de agosto de 3114 a.C. Esto hizo posible que los mayas rastrearan los acontecimientos celestes que pudieran reflejarse en la Tierra.
Los movimientos del Sol, la Luna y Marte fueron registrados por estas civilizaciones con sofisticados algoritmos tras construir sus templos para manifestar la presencia de este fenómeno natural en la Tierra. Se puede ver que esto sigue siendo un legado para muchas civilizaciones. El Equinoccio y el Solsticio son grandes ejemplos de cómo los mayas reflejaban su astronomía y conocimientos matemáticos.
El calendario solar maya es tan preciso como el que utilizamos hoy en día. Es asombroso pensar que las ciudades de aquella época estaban todas en una posición específica siguiendo el movimiento del sol y las constelaciones.
No sólo estudiaban el sol y la luna, sino el movimiento y la órbita de otros planetas y cuerpos celestes, como Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Los mayas calculaban las fases de la Luna, los movimientos del Sol y el comportamiento de estrellas como las Pléyades, que indicaban el inicio de alguna celebración religiosa.
Para los mayas, la cosmología se basaba en la Vía Láctea, pero claro, no la llamaban así, sino Wakah Chan y la relacionaban con Xibalba, el mundo espiritual. También estudiaban las constelaciones y el Zodiaco, que los sacerdotes eran los únicos autorizados a estudiar. La gente respetaba a los sacerdotes y basaba sus predicciones en la astronomía como señales de sus dioses.
El Códice Dresde, un antiguo libro que sobrevivió a la conquista española, contiene escritos de los indígenas. En el libro se pueden encontrar estudios sobre el ciclo lunar y otros cálculos astronómicos, incluidos los escritos sobre los eclipses.
Un magnífico ejemplo de toda esta teoría es la propia construcción de la Pirámide de Kukulkán en Chichén Itzá. Las cuatro escaleras del edificio contienen hasta 365 escalones, que representan los días del año.
Dicho esto, Chichén Itzá es el lugar más popular de México para celebrar el equinoccio de primavera. Durante el equinoccio de primavera, miles de visitantes se reúnen para presenciar los fenómenos de la luz natural y los movimientos de las sombras. Especialmente la serpiente que desciende paso a paso en la pirámide de El Castillo. El efecto de sombra, creado por los mayas, muestra una serpiente de 120 pies de largo que se arrastra hacia abajo para unirse a una enorme cabeza de serpiente en la parte inferior de la escalera.
El Equinoccio de Chichén Itzá es realmente una muestra dramática de la astronomía maya, una arquitectura impresionante y un increíble conocimiento de la geometría. El pueblo construyó la pirámide para medir la época del año, y cuando las horas del día y las de la noche eran iguales en el año 1500 a.C.