El Castillo o Pirámide de Kukulcán. Uno de los ejemplos más altos y notables de la arquitectura maya, fue construido durante el apogeo de la cultura Itza-Cocom, durante la decadencia de Mayapán.
Es una pirámide de cuatro lados, con un templo rectangular en la parte superior.
Si uno se detiene a pensar en ello, es un poco inquietante descubrir que los mayas, llamados los griegos de América, pudieron haber diseñado una arquitectura tan frugal, casi enemiga de la ornamentación. Sin embargo, en medio de la sombra del Castillo existe un proyecto estético austero y temible, y un concepto de belleza inspirado en el pueblo belicoso que dominaba esas tierras.
La fachada principal de este templo tiene dos columnas que representan serpientes con fauces abiertas. Estos forman la entrada principal, rematada con una gran máscara del dios Chaac. La entrada principal tiene un dintel sostenido por dos pilares cuadrados, adornados con bajorrelieves.
La pirámide se construyó sobre una estructura anterior más pequeña, que cubrió. Durante las excavaciones, los arqueólogos descubrieron el templo más pequeño, que tiene 16 metros de altura.
El fenómeno de la luz y la sombra. Testimonio del asombroso avance de los mayas en arquitectura y astronomía es el fenómeno de “luces y sombras” que tiene lugar en la escalinata norte del Castillo durante el Equinoccio de Primavera el 21 de marzo y el Equinoccio de Otoño el 21 de septiembre. Alrededor de las tres de la tarde de los días del equinoccio, el sol proyecta siete triángulos de luz sobre la balaustrada del lado noreste del Castillo. Estos comienzan a moverse hacia arriba y hacia abajo a lo largo de la balaustrada para formar la silueta de una serpiente.
El edificio se asienta sobre una plataforma rectangular de 55,5 metros de ancho y tiene una altura de 24 metros. La precisión y la intención son parte de la esencia del edificio, cada lado de la pirámide tiene una gran escalera, 91 escalones por lado y uno más que lleva al templo superior, lo que da 365 escalones, uno por día del año
Las balaustradas de piedra flanquean cada escalera, y en la base de la escalera norte se encuentran dos colosales cabezas de serpiente emplumada, efigies del dios Kukulcán. Es en estas escaleras, y muy particularmente en sus parapetos o balaustradas, donde se proyectan las sombras de los bordes de las plataformas o basamentos superpuestos que integran el gran edificio en torno al día equinoccial, configurando así la imagen del cuerpo de la serpiente, que a medida que transcurren las horas parece desplazarse descendiendo y terminando en la mencionada cabeza pétrea ubicada en la base inferior de la escalera.
En 1997, las universidades de Minnesota y San Francisco realizaron estudios de radar en la zona que permitieron descubrir un cenote oculto bajo la pirámide de El Castillo de Chichén Itzá. En 2015, el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México realizó resonancias magnéticas que le permitieron representar gráficamente el cenote, ocho metros oculto bajo la pirámide. En 2017, el equipo de investigación del Gran Acuífero Maya inició exploraciones en cuevas cercanas para descubrir una entrada a este cuerpo de agua. Sin embargo, la entrada estaba bloqueada por piedras que probablemente fueron colocadas allí intencionalmente. Se cree que este cenote se mantuvo oculto porque representaba el centro del mundo.